XXV años a golpe de horqueta
No era Lunes Santo, aunque bien pudo parecerlo. El pasado sábado, 16 de enero, es una efeméride que difícilmente podrá olvidarse de la memoria de los hermanos de la Redención.
Reunidos junto con nuestras queridas Madres Benedictinas en su Iglesia, junto a Nuestro Señor de la Redención y tras la proclamación del Evangelio del Domingo de Ramos, día de nuestra penitencial, tres golpes rompieron el recogimiento entre los cantos de la Coral Gregoriana de Sandoval, para que la puerta se abriera a nuestro Sagrado Titular, precedido por sus hijos, y se condujera por las calles de su barrio hacia la Iglesia Parroquial de San Martín.
Tres fueron los sonidos de este sábado en León; cánticos gregorianos, la música Trío de Capilla “Legio VII” y el silencio de los hermanos, dejaron paso al más importante y característico de todos, el golpe de horqueta que anunciaba que la Redención y su Cristo ya recorría San Martín.
Iluminado el camino por cirios y entre flashes, las voces del coro se alternaban con las saetas del silencio, el Señor de la Redención tomando sus hijos como pies, fue trasladado a nuestra sede canónica para celebrar la Solemne Eucaristía de Acción de Gracias por estos XXV años de Redención por León.
En una Iglesia de San Martín llena de hermanos, fieles y devotos, se pudo contemplar al Señor de la Redención a los pies del altar mayor, mientras que D. Manuel Flacker presidía la Eucaristía en la que se daba las gracias a Nuestro Señor por estos XXV Años de andadura como cofradía de penitencia, defensores de la fe católica mediante nuestra muestra pública en cada acto que se realiza.
Finalizada la Solemne Eucaristía, el Señor fue puesto de nuevo en la parihuela para volver a su capilla, puesto de nuevo bajo sus custodias, las Carbajalas, portado a hombros por la Junta de Seises de la Cofradía y sus ex-abades así como los fieles que tuvieron a bien acompañarnos.
Tras el cierre de las puertas de la Iglesia, tuvo lugar el rezo de las preces por parte de nuestro consiliario, D. Argimiro Alonso, y con una sonora ovación se cerró un gran día que será recordado por todos los hermanos de nuestra cofradía, tras la frase “¡Que sea enhorabuena, hermanos!”